"Todos saben que aquella noche como todas las noches de ese tiempo funesto, Alberto Fujimori pernoctaba en el Cuartel General porque, como todo criminal, le tenía miedo a su sombra.
Todos saben también que, días después, al denunciarse el secuestro de los estudiantes, salió a la televisión para declarar al país que los estudiantes se habían autosecuestrado o que se habían ido de la universidad para unirse a las huestes de Sendero Luminoso.
Todos saben que cuando una el Congreso investigaba el crimen, los tanques de Fujimori rodearon la casa legislativa para amedrentar a la Comisión Investigadora.
Todos saben también que, tiempo después, al descubrirse los cadáveres, y llevados a juicio los ejecutores, no cumplieron un solo día de cárcel, y pronto recibieron la amnistía presidencial.
Todos saben en el Perú que los nueve modestos estudiantes y su profesor fueron víctimas de una masacre ordenada por un criminal que hacía gala de su admiración por una bestia vecina, y dijo en esos días: “El será Pinochet, pero yo soy Chinochet.”
Todos saben que este personaje simplón, seminalfabeto, casi lombrosiano, justificó en público y en privado, todas las veces que pudo, el baño de sangre como único camino para derrotar al senderismo.
Por todo esto, que todos saben, es inconcebible que se le siga llamando político y que se llame partido político a la pandilla de sus seguidores. Aquellos exigen la absolución de su jefe o la amnistía presidencial en un país donde supuestamente están en vigencia la Constitución y las leyes.
Se chantajea al Primer Ministro, se amenaza al presidente y se cogotea a los jueces. A todo el resto de los peruanos, se nos quiere trabajar al susto para que olvidemos lo que todos sabemos, y volvamos al tiempo infame de la cobardía y la amnesia."
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