Reproduzco en su totalida el artículo-poesía de Beto Ortiz, aparecido el domingo 21 de octubre, en su columna Pandemonio, en Perú 21:
Extraño
No me aumentaron el sueldo por tu ausencia
Sin embargo
La lata de Nescafé me dura el doble
El triple las hojas de afeitar
Antonio Cisneros
Te extraño cuando se queman los focos. Extraño los monosílabos con que me cuentas las partes de tu vida que prefieres no contar. Extraño el sonido de la tele prendida en la habitación contigua mientras escribo. Extraño el sonido de las teclas en la habitación contigua mientras veo la tele. Extraño tus envidiables siestas de pelejo. Extraño que madrugues mientras yo hiberno. Extraño que te vayas a dormir sin razón al sofá. Extraño encontrarte despierto cuando regreso a medianoche del trabajo. Extraño encontrarte dormido con la tele encendida en mi canal. Extraño que seas mi testaferro para evitar que nos lo siga choreando todo la Sunat. Te extraño especialmente en la cocina donde ahora el lavadero está siempre repleto y la refri, llena de fósiles o vacía. Extraño que arranques un geranio y me lo regales luego de que alguien me ha insultado al vuelo desde un auto. Extraño que deslices un café cortado con tres de Equal sobre la mesita de noche cada vez que me ves llegar de mal humor. Extraño que me enseñes las complejas diferencias entre jabalíes y majaces, entre taperiba y copoazú, entre coatíes, choznas y achunis, entre tucunaré y akarawazú, entre chullachaqui brujo y yacuruna. Extraño que me guardes el asiento en el cine mientras yo compro la canchita. Extraño matricularte en montones de cursos y carreras que no necesariamente quieres estudiar. Extraño el incienso de patchouli en la lista de artículos de primera necesidad. Extraño que le eches hojas de laurel al arroz blanco. Extraño que me imites (sin éxito) cuando cocinas. Extraño cocinar porque no hay nada más idiota en esta vida que cocinar solo para uno.
Te extraño en jugos naturales, te extraño en pescados y mariscos, pero te extraño sobre todo en la sección frutas del supermercado. Te extraño en la caja registradora porque la tarjeta Bonus también está a tu nombre y nunca entendí cómo funciona. Extraño tu ropa completamente entreverada con la mía en los cajones. Extraño tu ropa completamente entreverada con las sábanas. Extraño que te metas al sobre reptando amenazadoramente por debajo del edredón como una maldita boa. Te extraño cuando siento el más remoto olor a maracuyá. Te extraño al momento de empacar la ropa para el gimnasio. Te extraño en la máquina de correr. Te extraño cuando veo que el pezzi duri de morochas no se acaba. Te extraño a la hora de hacer dieta. Te extraño a la hora de engordar. Extraño que te asustes tanto de comprobar que ya casi te quedan bien mis pantalones. Extraño disfrazarme de ti para parecer más joven. Extraño disfrazarte de mí para un compromiso muy formal. Extraño oírte renegar cada vez que nos vuelve a tocar otra babosa película intelectual. Extraño que te burles de mí -tres veces al día- cuando reniego. Extraño ponerme en televisión tus medias verdes de futbolista africano. Extraño abrir cualquier cajón y encontrar marshmellows por todas partes. Extraño abrir cualquier archivo y encontrar calatas abiertas como sapos. Extraño hacerte encargos cuando viajas a sacarme la vuelta con tu novia de lo más feliz y sin ningún remordimiento porque yo no soy celoso. Extraño no tener a quién sacarle la vuelta de lo más feliz y sin ningún remordimiento porque tú tampoco eres celoso. Extraño tus notas pegadas con scotch en las paredes, sobre todo aquellas que dicen "¡Quiero el divorcio!" cuando me quedo jato con la puerta del cuarto asegurada y no hay Cristo capaz de despertarme. Extraño tus malísimos masajes que empeoran siempre mi dolor de espalda. Extraño que seas el primero en reírte de estas cojudeces que escribo los sábados por la tarde mientras tú te aburres esperándome para salir. Extraño tu euforia shipiba las raras veces en que en Lima sale el sol. Extraño que le saques foto a absolutamente cualquier cosa con tu difícil juguetito digital. Extraño tropezarme en la almohada con tu fantástico pelo de superhéroe japonés. Extraño ver canales de deportes y de animales salvajes. Extraño que seas tú el que pare el taxi porque a mí siempre me van a cobrar doble. Extraño que me digas vaquito aunque no entiendo por qué vaquito y no torito. Te extraño cuando se cuelga la computadora.
Te extraño cuando alguien hace sonar un palo de lluvia. Te extraño cuando alguien toca música do Brasil. Te extraño cuando dejo olvidadas las llaves, el celular, los documentos, la cabeza. Extraño cuando te vas a clases sin cuadernos y cuando vuelves sin pan de comprar pan. Te extraño cuando cortan la luz y el internet porque no tengo idea de cómo se pagan. Extraño que la gente confunda nuestras voces al teléfono. Te extraño cuando el vendedor de telecable llama y pregunta por el dueño de casa y que si no soy yo pues con quién tiene el gusto entonces y qué vengo a ser yo del titular de la cuenta y yo decido que mejor no se lo explico. Extraño polemizar contigo cada vez que vuelves a ponerte ese imperdonable polito Topy Top. Extraño las faltas de ortografía de tus preciosos mensajes de texto. Extraño ponerte todavía más nervioso cuando te doy las peores clases de manejo del planeta. Extraño tu brazo izquierdo y el bonito tatuaje tribal que te escogí y por cuya causa no te permiten donar sangre ni ingresar a la Marina. Extraño escucharte decirle "torrejita" al wantán frito. Extraño mi gorrita de Telemundo con la que últimamente sales tan guapo en las fotos. Te extraño cuando viajo porque ya no tengo con quién embarcarme ni de quién despedirme ni a quién traerle nada cuando vuelvo. Te extraño cuando hay que sacar a pasear a los perros pero más te extraño cuando se me escapan porque para mí no hay forma de correr tan rápido como ellos. Te extraño cuando no se me terminan nunca los cigarros. Te extraño cuando se le termina la tinta a la impresora. Pero si hay un momento en que te extraño más que nunca es cuando me despierto y caigo en la cuenta que otra vez volví a dormir con un extraño.
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1 comentarios:
La verdad, nunca me cansaré de admirarlo.
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