Alias, el evangelizador

El tipo era delgado como un galgo que frecuenta carritos sangucheros. Parecía el doble de riesgo de “alias la gringa”, o la caricatura de Charly García. Y aún así se metió en las altas esferas, se codeó con empresarios y políticos. Asumió el papel de asesor de oscuros personajes. El poder nunca le fue ajeno, como ajeno nunca le fue el amor. Tuvo mujeres en cada puerto, en cada provincia; mujeres que bien podrían haber sido primeras damas. El método: la labia, mezcla de ciudadano cosmopolita y julbolista de barrio. El secreto: “yo no le hago asca a nada”. El hombre se llama Sebastián. Nació en algún lugar del Perú profundo, se asume que en la sierra; pero su físico lo delata como costeño de anchoveta y chilcano…, y de vez en cuando tiene dejo charapa. Un tiempo fue pastor predicador de iglesias evangélicas. Se paseó evangelizando por buena parte del Perú. Hasta que se le acabaron las prerrogativas con las hermanas, y fue echado sin ceremonia. Fue ambulante en los primeros mercados de invasión en Lima. Su imagen, tomada por un periodista, fue el emblema de lo ilegal, a lo che Guevara de lo bamba. Su rostro barbado, en camisetas de colores, fue la primera noción de lo pop art en este extraño país.

(¿Continuará?)
Alan Luna

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1 comentarios:

E.H.D. dijo...

Es clarto que el tipo era un peruano, recursero, pendejo miloficios.
corrigeme si me equivoco.