(Por Alan Luna)
Cual haya sido la reacción de Charles Darwin al presentar su memorable “El Origen de las especies” ante una sociedad científica bastante díscola a todo discernimiento heterodoxo, se emparentará sin duda con la de los que tuvieron alguna vez una teoría discordante, o un simple cuestionamiento de lo establecido, y debieron lanzarse a defender sus puntos de vista al mismo y feroz ruedo del debate. Carcajadas burlonas y sonrisas piadosas como saldo, y todo por un ideal que a veces ni siquiera pudieron ver verificado en vida. Exponemos esto para tratar un tema “especial” por su carácter novedoso; y es que, afirmar que los dinosaurios tenían plumas resulta por lo menos, y de buenas a primeras, desconcertante, y con seguridad, pintoresco.
Decir que descendemos del mono es un error tan común que hemos generalizado por la gramática. En realidad monos y humanos descendemos de un mismo tronco, lo que nos convierte en primos evolutivos. Cada quien tomó su rumbo, de allí que un mono no podría evolucionar necesariamente en un homo sapiens. En todo caso, eso lo averiguaremos de acá a unos siete millones de años, quizá más, quizá menos.
Hablamos de ese error porque lo cometemos tan a menudo, casi como asegurar que los cocodrilos o lagartos son descendientes directos de los dinosaurios.
Las pruebas lo hacen más evidente. Una idea que en principio sonaba descabellada hoy es casi un hecho. Bueno, pero claro que siempre se interroga uno, ¿estaremos desenvolviendo la madeja por el lado correcto? Las certezas sólo se asumen con riesgos.
Ornitología básica
Las aves descienden de los dinosaurios, y básicamente de una especie de ellos, los dromeosauridos, cercanos a los fascinantes raptores, que tan famosos ha hecho el cine. Las similitudes van desde las posturas, el desarrollo biológico, hasta las conformaciones óseas. Cabe aclarar que algunos estaban cubiertos de protoplumas (especie de pelaje antecesor de las plumas actuales).
Estos raptores eran depredadores eficientes y corredores inigualables, tarde o temprano su cuerpo grácil y veloz alzaría vuelo. Hay teorías que sostienen incluso que la mayoría de dinosaurios terópodos, por ser de sangre fría, de actividad intensa, y tener la necesidad de regular su temperatura al margen del clima, debieron estar cubiertos por alguna clase de protección. Se imaginan al enorme T-Rex, emplumado como un cóndor real.
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