Arguedas vs. Cortázar, el escritor provincial y el escritor profesional
Por Alan Luna

Fue cuando una gripe me aquejaba que pude reconciliarme con Arguedas. Quizá un lunes, quizá un fin de semana. Pero de algún modo llamó mi atención ese libro con carátula de colores que hace tiempo quería revisar: “El Zorro de arriba y el Zorro de abajo”. Hasta entonces no había podido entender a José María Arguedas, -y quizá aún no lo pueda entender- en buena cuenta porque formaba parte del canon educativo, ése que todos debemos absorber en la mayoría de los casos por obligación, generando un explicable rechazo a lo impuesto. Por entonces yo prefería leer a Poe. Un tono tan disidente del acostumbrado aire realista y serio de las novelas que nos encargaban leer. Y fue gracias a Poe que pude saltar (por cuenta propia) a uno de los autores latinoamericanos más interesantes que nos ha podido dar esta tierra latinoamericana, el gran Cortázar. Entonces ingresé, leí, y entendí el boom con otros sentidos, de hecho más sensatos. Muchos escritores y novelas tuvieron distinto sabor, pero ahora yo tenía la libertad de la elección. Y aún así me mantuve lejos de Arguedas. Lo intenté leer un par de veces, y una sensación de fatalismo sorbecargado me alejó otra vez. Hasta ese lunes o fin de semana que la novela ya no pudo escapar de mí, ni yo de ella. Supe de verdad quién era ese escritor. Supe que nada era impuesto o fingido, nada exagerado o gratuito. Que ese hombre escribía como sentía, y sentía como escribía. Que su palabra reflejaba luz aún de la tierra más oscura; y su sentir, belleza, incluso de los perros callejeros. Arguedas es uno de los mejores narradores del Perú y Latinoamérica. A estas “alturas” nadie puede negar que su expresión es una de las más consecuentes y genuinas de la literatura peruana.

Entre los diarios de la novela encontré varias alusiones a Cortázar, respecto al tema del escritor profesional. A continuación reseño las más interesantes:

“De Cortázar sólo he leído cuentos. Me asustaron las instrucciones que pone para leer Rayuela. Quedé, pues, merecidamente eliminado, por el momento, de entrar en ese palacio.”

José María Arguedas

(JMA)

“Y había decidido hablar hoy algo sobre el juicio de Cortázar respecto del escritor profesional. Yo no soy escritor profesional. “

“¡No es profesión escribir novelas y poesía!”

“Soy en ese sentido un escritor provincial; sí, mi admirado Cortázar;…”

“Escribimos por amor, por goce y por necesidad, no por oficio.”

(JMA)

“No somos diferentes en lo que estaba pensando al hablar de “provincianos”. Todos somos provincianos, don Julio (Cortázar). Provincianos de las naciones y provincianos de lo supranacional que es, también, una esfera, un estrato bien cerrado, el del “valor en sí”, como usted con mucha felicidad señala.”

(JMA)

“Don Julio ha querido atropellarme y ningunearme, irritadísimo, porque digo en el primer diario de este libro, y lo repito ahora, que soy provinciano de este mundo, que he aprendido menos de los libros que en las diferencias que hay, que he sentido y visto, entre un grillo y un alcalde quechua, entre un pescador del mar y un pescador del Titicaca, entre un oboe, un penacho de totora, la picadura de un piojo blanco…”

“Y este saber, claro, tiene, tanto como el predominante erudito, sus círculos y profundidades. Escrita y publicada la nota con que pretendo bajar a don Julio, aunque no sea sino por algunos segundos, de su flamígero caballo, he vuelto a sentirme sin chispa…”

(JMA)


“Con razón los cortázares nos creen tan microbianos.”

“Y sospecho, temo, que para seguir con el hilo de los “Zorros” algo más o mucho más he debido aprender de los cortázares, pero eso no sólo significa haber aprendido la “técnica” que dominan sino el haber vivido un poco como ellos.”

“Y comprendo al mismo tiempo que Cortázar, demasiado traspasado y acaso medio rendido por el olor y hedor de las calles, se extravía hasta el enojo ante la confesión de la misma experiencia y la menosprecia manoteando.”

(JMA)

Los textos reseñados han sido transcritos de los DIARIOS de “El Zorro de arriba y el Zorro de Abajo”, de José María Arguedas.

Editorial LOSADA, S. A.

1971

Fotomontaje: Radioalfil

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6 comentarios:

. dijo...

Ya habia escuchado hablar de la gresca entre estos dos escritores. Y ahora que leo, lo que te agradezco profundamente, me resulta infinitamente dificil con quien identificarme, o mas especificamente, a favor de quien poner mi voz. Cortazar tiene muy buena forma o estilo para la literatura pero, tambien esta nuestro compatriota Arguedas. Sin duda, como decia mi profesor de literatura actual: "...cada quien con lo suyo, no hay ni mejor ni peor sino cada uno con un distinto estilo..."

A. Ele dijo...

Saludos Misce:
Cierto el gusto suele representar nociones de identificación. Entonces ...¿Con quién identificarse?
Creo, con quien uno se sienta más a gusto.

Miguel Rodríguez dijo...

Terricè por acà, buscando un poco de todo. Confieso que quedè pegado con tan entretenidos contenidos!

saludos, vendrè habitualmente!

A. Ele dijo...

Gracias, bienvenido El dueño de sus cajones

Anónimo dijo...

Comencé primero -entre los dos- leyendo a Cortázar, y ahora hago un pequeño trabajo sobre 'El zorro...'. En realidad me parece muy pertinente lo que dice el profesor-de-literatura-actual: cada quien con lo suyo. Es justamente lo más 'sensato' sobre sus discusiones. Me parece genial Cortázar, y ahora me está pareciendo casi igual Arguedas. Cada uno tenía ese algo del aire puro latinoamericano. Arriba/Abajo y Del lado de allá/ Del lado de acá. (...)

Eduardo Zárate dijo...

Ah, que bueno encontrar un blog más sobre esta polémica, que estaba muy poco documentada hace unos años.

Cada escritor reescribe el mundo como lo vive, y que uno nos guste no significa que estamos obligados a compartir esa visión con todas sus implicaciones. Quizás por ello no debería preocuparnos escoger un lado (¡más aún cuando parten de vidas tan disímiles!).

Lo que a mí me fascina de esta polémica es la dignidad de la respuesta de Arguedas y como ella nos recuerda que, más allá de nuestro cosmopolitanismo tan de moda, no hay porque desconfiar de esa provincia primera si es ella la experiencia personal que nos marca. Dudar de la honestidad y apertura de ideas en Arguedas (Cortázar sólo sería uno de tantos), fue al final, un crimen de ceguera y profunda incomprensión.