Fantasmas menos poéticos revelan insospechada versión sobre deceso del escritor norteamericano Edgar Allan Poe (1809- 1849).
La misma voz
Estigmatizado como escritor “maldito“ ante los ojos del mundo, a E.Allan Poe no podía acontecerle un final común, al menos no uno que no coronase una vida llena de excesos, tormentos y desvaríos. Así lo entendieron los pocos interesados y amigos del escritor, quienes aceptaron y difundieron la noticia más clásica sobre sus últimos días:
Extraña y lívida madrugada en Baltimore. Desolada mañana cayendo, octubre de 1849. En un callejón, a pocos metros de una taberna, un hombre solo, ebrio y semiinconsciente, descuidado y sucio de sí mismo, agonizaba en medio del más desgarrador delirium tremens. Ese hombre era Poe, que alcoholizado hasta el desvarío era trasladado a un hospital cercano donde días después moría en el más absoluta olvido.
Otros delirios
Extraña y lívida madrugada en Baltimore. Desolada mañana cayendo, octubre de 1849. En un callejón, a pocos metros de una taberna, un hombre solo, ebrio y semiinconsciente, descuidado y sucio de sí mismo, agonizaba en medio del más desgarrador delirium tremens. Ese hombre era Poe, que alcoholizado hasta el desvarío era trasladado a un hospital cercano donde días después moría en el más absoluta olvido.
Otros delirios
Se cerraba así uno de los capítulos más marginales de la literatura. Con un hombre deshecho, presa de sus propios demonios. Tan marginal como su pluma: exquisita mezcla de la soledad en un país industrial y la nostalgia por una Europa romántica y decadente. En suma, un hombre de espectros estéticos tan adicto al alcohol y al opio como a la metafísica; una sombra gris perdida bajo la sonrisa blanca de una nación que se impulsaba en plena revolución industrial.
Pero pocos repararon o resaltaron una de sus cualidades más constantes: su desbordante inteligencia.
El estigma no perdona, mejor es mirar a Poe a través del lente de la degeneración; mirarlo como el maniático al hombre lógico; como el adicto, al lúcido; como el salvaje, al prolífico; como el maldito, al soñador.
Esa virtuosidad dejada de lado, fue probablemente motivo de envidias y rencores personales, tan insalvables como la contraposición de posturas ideológicas o políticas.
Pero pocos repararon o resaltaron una de sus cualidades más constantes: su desbordante inteligencia.
El estigma no perdona, mejor es mirar a Poe a través del lente de la degeneración; mirarlo como el maniático al hombre lógico; como el adicto, al lúcido; como el salvaje, al prolífico; como el maldito, al soñador.
Esa virtuosidad dejada de lado, fue probablemente motivo de envidias y rencores personales, tan insalvables como la contraposición de posturas ideológicas o políticas.
Una nueva cara de la moneda
La siguiente, es una versión aparecida en la Primera Edición de la Colección “Grandes Figuras de la Humanidad” – ESCRITORES CÉLEBRES Universales. Central Peruana de Publicaciones S. A. – LIMA, Pág. 200. (Biografía de E. A. Poe)
“... pero al pasar por Baltimore, en viaje a Nueva York, fue hallado sin conocimiento, la madrugada del 3 de octubre, en la calle, en las cercanías de un café transformado en comicio durante una elección municipal. Trasladado al hospital murió cuatro días más tarde, el 7 de octubre por la mañana. Su detractor Rufus Griswold, a quien él, equivocadamente había nombrado albacea literario, hizo circular la maligna leyenda de que el poeta había sucumbido de resultas de un ataque de delirium tremens. Pero el diagnóstico escrito del médico que lo asistió, el doctor Moran, atribuía el deceso a una congestión cerebral causada por el agotamiento y el frío. La verdadera causa de su muerte fue la miseria.”
“... pero al pasar por Baltimore, en viaje a Nueva York, fue hallado sin conocimiento, la madrugada del 3 de octubre, en la calle, en las cercanías de un café transformado en comicio durante una elección municipal. Trasladado al hospital murió cuatro días más tarde, el 7 de octubre por la mañana. Su detractor Rufus Griswold, a quien él, equivocadamente había nombrado albacea literario, hizo circular la maligna leyenda de que el poeta había sucumbido de resultas de un ataque de delirium tremens. Pero el diagnóstico escrito del médico que lo asistió, el doctor Moran, atribuía el deceso a una congestión cerebral causada por el agotamiento y el frío. La verdadera causa de su muerte fue la miseria.”
Los motivos de Rufus G. serán siempre inciertos; pero es posible que nos encontremos ante uno de los precursores del marketing sensacionalista. Sobre Poe diremos, en humilde resumen, que era un hombre brillante con mala suerte en la vida, y con una fama gris, ennegrecida, quizá interesadamente, por pinceles oscuros de manos extrañas.
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