EL Papa Ratzinger ha “comentado”, en nombre de la Iglesia algunas cosas de calibre ajustado para el mundo musulmán. Y las ha dicho, probablemente, creyendo que lo hace en nombre de todos los católicos cristianos. La inflamable respuesta era de esperar. Una nube de indignación se ha elevado desde oriente. El trasfondo resulta siendo, como casi siempre, más político qué religioso. Qué mejor excusa para condenar a los que están del otro lado de nuestros miedos. Una cuota más a esta guerra ideológica librada desde la incomprensión, y en donde la mayor tajada se la lleva EE.UU.
Pero, cuál es la razón de esta afrenta tan directa, si el Vaticano ha sabido medir con regla de cristal cada paso que ha dado. Y… a qué viene este desliz “intelectual” en un discurso oficial. Bueno, siempre habrá dudas detrás de las explicaciones.
Ahora, decir que Mahoma representa el accionar de lo malo de la humanidad, puede responder a cierta realidad, pero, resulta forzado si tomamos en cuenta que uno de los mayores avasallamientos del pensamiento libre y la vida fue propiciado por la misma iglesia católica con la Santa Inquisición. La historia está plagada de contradicciones y hechos poco claros que nos conducen a pensar que la iglesia, como tal, se ha convertido en un poder político-social de manifiesta importancia en diferentes estados, cuyos fines responden a dictámenes superiores, que no tienen que ver necesariamente con lo divino.
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