Mis amigos de la Izquierda


No son muchos pero son. Los hay de diversos espectros. ideológicos Tienen muchas cosas en común y casi nada los hace cambiar de parecer.

Son buena gente, no lo duden. Saben hacerse querer y respetar por los demás, serían incapaces de clavarte un puñal por la espalda, y es que están más preocupados por las cosas que ellos consideran vitales, como el manifiesto cubano-venezonalo, para unos, y “la situación real de las bases del partido”, para otros. No parecen muy divertidos los viernes por la noche, ni los sábados por la noche, ni los domingos por la mañana. Parecen animarse más con sus reuniones partidarias, a puerta cerrada, sobre la conformación de infinitos comités de acción social. Para muestra, el comité de defensa y propaganda de la zona noreste de la Región, conformado por la nutrida cantidad de 2 o 3 integrantes, el comité de elecciones y rendición de cuentas del proceso electoral, el comité de asuntos culturales para leer todo lo que Fidel haya escrito en su vida, el comité de bienvenida para los “compañeros” que llegan de otras provincias, el comité para escuchar a Martina Portocarrero, etc.

Les tengo mucho aprecio porque son buenas personas. Los miro, incluso, como a ingenuos inofensivos, a veces como a loquitos evangelistas, pero sobre todo como amigos. Leen mucho y tiene vocación de servicio. Ayudan sin pedir algo a cambio, luego adoctrinan a sus cercanos aunque éstos se mueran de sueño, no tienen mucha suerte con las chicas, no saben bailar lo que se dice bailar, y algunos hasta ni saben tocar balón Siempre llevan la misma ropa ya que consideran que la moda es una alienación, y prefieren gastar su dinero en libros sobre “La situación del partido en Latinoamérica”. Todo lo explican con una interpretación marxista, con los ensayos de José Carlos Mariátegui, con la lucha de clases y con la dizque “inteligencia” de Chávez para responderle al imperialismo yanqui. La mayoría ha hallado en la eterna dirigencia universitaria su mejor trinchera política.

Pero siguen siendo mis amigos, porque la amistad se trata de eso: amistad, y no de confluencias ideológicas. A estas alturas he decidido ya no rebatir sus manifiestos cubanos o venezolanos, ¿para qué?, nadie va a cambiar por un par de horas de conversación, muchos menos ellos.

Algunos me prestan libros, otros me muestran sus cursis poemas; otros, interminables recortes de periódicos de opiniones de la “derecha neoliberal” y de los intelectuales de izquierda mostrándote el camino hacia la verdad.

Dicen que la izquierda está en la cima latinoamericana y que la derecha, con la crisis financiera, está en sus últimos estertores, y comentan con entusiasmo, en cada elección, que ahora sí el pueblo despertó y que ya se cansó del stablishment,  que ya no habrá lugar para la derecha. Asumen, por ejemplo, que las victorias de Villarán en Lima, y de Gregorio Santos en Cajamarca, son las victorias de la izquierda. Y que nuevamente la única opción de cambio es Humala. Por lo que me da miedo imaginar que harían si realmente llegan a la presidencia.

Aunque cuando de defender sus ideas antes ajenos se trata se pueden volver unas fieras con las venas de las sienes latientes a todo pulso.

Claro, hay honrosas excepciones en chicos inteligentes que realmente representan una izquierda progresista, claro que son los menos, pero los hay, y los tengo como amigos. También es cierto que no puedo evitar defenderlos ante los mononeuronales de la derecha y tinterillos del libre mercado.

Recuerdo cuando vinieron con la novedad de que, según inteligencia de la embajada cubana en Lima, Susana Villarán era una “agente encubierta de la CIA”. Hasta el Padre Marco Arana para ellos es un caviar encubierto. Bueno, qué puedo decir. Nuestras discusiones, a veces acaloradas, han demorado horas sin llegar a ninguna coincidencia aceptable. Desde entonces, valoro más su amistad por ser personas íntegras en su vida cotidiana, por tener a veces más cojones que nosotros que paramos frente a una pantalla de PC todo el día. Y si en algo coincidimos, a parte de estar con los bolsillos vacíos, es que la derecha de este país es un cáncer que jamás dejará que haya una igualdad real entre peruanos.

Por lo demás, ahora preferimos (prefieren al menos conmigo) hablar de literatura, música y mujeres, y hasta en eso hay tremendas polémicas.

A veces creo que son incapaces de reconocer que la derecha peruana, podrida y rapaz, con sus nostálgicos de Fujimori, Pinochet y Franco, ya ganaron todos los terrenos de este país.

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