OCUPACIÓN ALEMANA Y CENIZAS HÚMEDAS
( Por: Alan Luna )
Georgette lleva en manos a un Vallejo escrito y póstumo, olvidado entre kilos de azúcar y botellas de aceite. Ella va indignada pero serena. Piensa cada hecho. Mide cada paso. Las cosas no han salido como se esperaban, ni mucho menos. Después de la muerte se descubre la cotización de una vida. Los mercaderes del apuro y el miedo han dejado perderse las mejores herencias en hogueras de esquina y sótanos de incomprensión. El día es gris de puro desgano. Una mujer, fuerte y sola, camina por las calles de París, llevando el más lúcido de los rompecabezas: la obra inédita y póstuma de Vallejo. Pero…el olor a guerra asoma ya en la boca de las esquinas. Y todos andan de prisa.
ANÉCDOTA (VALLEJO, “Obra Poética Completa”, Mosca Azul Editores. Apuntes Biográficos sobre César Vallejo, pág. 396 - 397, Por Georgette de Vallejo)
Dos semanas después de la muerte de Vallejo empecé a copiar a máquina, en cinco ejemplares, todas sus obras inéditas. Las guardaré 35 años. Poco antes de la invasión de Francia por las fuerzas nazis alemanas, cediendo en un momento de debilidad a un sentimentalismo que iba en contra de la voluntad de Vallejo., me dirijo a la Legación del Perú en París, y expongo a estos señores: “Van a bombardear. Convendría trasladar, me parece, los restos de César Vallejo, al Perú…” No sin altivez y desprecio, oigo que me contestan: “Esto… se verá en momento oportuno”. Por ingrata coincidencia, esta contestación es la que me diera textualmente la familia de Vallejo a quien he escrito en el mismo sentido: “Eso se verá en momento oportuno”. Y es la misma familia que escribe a la Legación de París preguntando si “esta persona con quien vivía Vallejo es su mujer legítima”.
Más tarde, al hacerse más inminente el peligro de invasión, regreso por segunda vez a la Legación peruana a la que llego con un paquete pesado bajo el brazo. “Aquí, señor –digo- está la obra en prosa completa e inédita, como usted sabe, de César Vallejo. Entrados los alemanes en París, dudo que el expediente de comunista que tengo en la Prefectura haga muy firme mi cabeza sobre los hombros. Si, la guerra terminada, aún estoy viva, usted me la devolverá. Si he desaparecido usted sabrá qué hacer con ella… Con fe se la entrego y la deposito en sus manos”.
Recibo naturalmente todas las más agradables garantías y me retiro.
Pronto, los alemanes están a las puertas de la capital cuyos habitantes queman en los depósitos todas las reservas de alimentos en conserva. Llueve y el viento lleva y cubre todo de un hollín mojado y aceitoso. Teniendo que recoger no recuerdo qué documento en la Legación del Perú, ahí regreso por tercera vez. Está vacía: todos los diplomáticos han huido a Bordeaux. Sólo queda el portero, un español, don José, a quien Vallejo le estrechaba la mano ante el mayor asombro de sus compatriotas. “Suba, por favor, -me dice- suba y le traigo ahora mismo su papel”. Subo y entro al salón que ya conozco y donde sobresale la gran chimenea de mármol blanco. Veo, asombrada, que está cubierta de kilos de azúcar, de tallarines en paquetes, velas, sal, botellas de aceite, sardinas en lata… y, mezcladas a todo ello, páginas escritas a máquina… páginas y páginas… Por la ventana dejada abierta, el viento ha penetrado y están también salpicadas de hollín y medio mojadas. Distraída me acerco, maquinalmente tomo una de ellas… Lo que veo es apenas creíble: todas estas páginas son las obras inéditas de Vallejo. Ni siquiera olvidadas, al último momento, en la huida, en el cajón de algún mueble. No. Están aquí, tiradas, manchadas, sucias, inservibles… Cuando el portero aparece, ya he recogido la obra de Vallejo. Tomo el papel que me tiende don José: ¡Muchas… muchas gracias, don José… Don José, adiós!
Aquí tienen los hacedores de anécdotas, el testimonio imborrable de lo que representaba César Vallejo a los dos años de su muerte, hasta para los peruanos de la Legación Peruana.
Lima, febrero de 1973
Georgette de Vallejo
* * *
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2 comentarios:
GRACIAS POR ESTO, AMO A CESAR VALLEJO. Literalmente lo amo. Fui a Santiago de Chuco solo para ver su casa, su ventana, su calle, su destino. GRACIAS!
es un placer estar en este blog.
Me alegra de sobremanera encontrar esta hermosa nota georgettiana. De ella deducimos de ella el escaso valor que se le brindó a César Vallejo. Sin embargo, esto no amilanó a Georgette de Vallejo, quien a partir de ese momento, inicia su gran labor pro-vallejiana.
En el año 1951 llega al Perú tras las huellas del poeta y un año después en 1952, llega a Santiago de Chuco.En 1968, publica Obra poética completa con facsimilares con Francisco Moncloa.
En este centenario de su nacimiento, reconocer sus grandes esfuerzos, traducidos en tres aspectos:
-Publicación de las obras póstumas del poeta.
-Defensa de la pureza de la poética vallejiana.
-Cumplió el sueño del vate:descanso eterno en el cementerio de Montparnasse en París.
En 1984, se apaga ante nuestros ojos esta gran mujer, quien amó a Vallejo, cumpliendo el apotegma: amor costante más allá de la muerte.
Miguel Pachas Almeyda. Autor del libro Georgette Vallejo al fin de la batalla.
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