Apagón Mundial...¿para qué?

No estoy en contra del entusiasmo que genera esta causa. Soy más bien escéptico. Y es que, a parte de creer que ya hemos cruzado -hace rato- el punto de retorno seguro, creo que estas campañas son inofensivos saludos a la bandera que en nada cambiaran el verdadero sentido de las cosas. ¿El sentido de las cosas? Claro, básicamente la política mundial. ¿Recuerdan quiénes no firmaron el Tratado de Kyoto? Exacto, los que más contaminaban. Y eso, a parte de pequeñas promesas en innumerables congresos, no ha cambiado nada. Al contrario, las emisiones de CO2 han aumentado en forma desmesurada. Millones de toneladas al año. Millones de excedente gris del imparable Mercado.

Un analista dijo que si todos los civiles, entiéndase los ciudadanos comunes y corrientes –o sea los que no somos dueños de medios de producción, ni socios de poderosas trasnacionales- decidiésemos dejar de contaminar nuestro entorno, a lo mucho cambiaríamos en un 15 o 20% nuestro hábitat; pero el otro negativo y de triste pronóstico 80% siempre se deberá a las más poderosas empresas de este Planeta. Y son, precisamente, muchas de esas empresas las que promueven esas mini-campañas como una forma de lavarse la cara a través de su criterio obligado de “responsabilidad social”. Pero, bajar las emisiones de CO2, eso ni locos. Jamás. Eso no se cuestiona. Que la máquina no pare nunca…

Cuando el mundo se venga abajo, ellos terminarán comercializando lo poco que quede de aire puro.
¿Y quién le reclama a esas empresas? ¿Boicot comercial? No. Está demostrado que eso nunca funciona, porque ya tenemos nuestros hábitos invariables y porque además suena a revuelta caviar. Afilen colmillos los capitalistas.
Por eso creo que lo del “Apagón mundial” es una idea simpática, pero de ninguna repercusión real para el Planeta. ¿Y para cuándo el apagón de las maquinotas?
A los que contaminan, a los “grandotes,” a esos nadie los señala. Y nadie debe señalarlos. Claro, hay que recordar que somos un país liberal y de primer mundo…