Hildebrandt, el periodista de letras que vale un Perú

Periodismo en el Perú de hoy, oficio selectivo de la carroña
Por Ybrahim Luna

Una clase extraña de primates se consolidó un día entre las tintas y las redacciones. Su alias: periodistas. Y el Perú ya calzaba con el sensacionalismo mccarthista. Esos agentes del dardo, se aprendieron una predica de hienas camufladas de gorriones. Y fueron intocables. Se asumieron como jueces, no sólo de la moral, sino también de la verdad. Su pluma era más mortífera que un palillo chino envenenado. Su fuente de abasto cultural fue siempre, y siempre será, la comisaría más sangrienta del distrito. Sus ideales, dictados por las empresas más estables, son canjeables. Sus amores, las cicatrices sociales. Esa turba ahora gobierna la opinión pública. Esos jovenazos liberales que creen que todo se justifica con tal de beneficiar al bien privado, o al jefe de turno. Que estudian tres años en un instituto y creen tener la suficiente autoridad para levantar el dedo acusador en contra del mundo, están dominando la pradera de la vergüenza. Pero -y siempre habrá un pero salvador-, un Hildebrandt salvará las esperanzas de ver a alguien digno y correcto dentro de este oficio que se enrarece más. Hildebrandt ha de trascender a la historia como el mejor periodista que la inteligencia y lña decencia nos pudo dar.

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