Un dique para la incontenible izquierda


Por Ybrahim Luna


¿Es la izquierda peruana un peligro inminente para la institucionalidad democrática?


Habría que preguntarse primero quiénes han sido los que nos han gobernado durante las últimas tres décadas y qué han hecho por cambiar las cosas. El Perú ha cambiado, es cierto. Pero, por qué el descontento y la injusticia solo parecen haber sido barridos bajo la alfombra en vez de superados. Será acaso que es mejor echarle la culpa al que no tiene voz ni voto para cubrir nuestra ineficacia.


¿Existe la izquierda en el Perú? Sí y no. Sí como etiqueta para dar al blanco y no como un movimiento social unificado que plantee un discurso intelectual y técnico. Lo que existe son grupos, pareceres, intenciones, reacciones, y, por supuesto, oportunismos. Todos con un planteamiento a veces interesantes, a veces desfasado, a veces ininteligible.


Precisamente por eso es que la izquierda no es un poder como si lo es la derecha, que es la que gobierna hace años sin haber sido elegida. La izquierda y la derecha peruana no se pueden comparar con los partidos demócrata y republicano de EE.UU. Nada más descabellado que eso.


Lo curioso ocurre cuando cualquier reclamo social termina siendo de la más “recalcitrante y amenazante” izquierda. Resulta que un profesor, un campesino, una enfermera o un policía ya no pueden protestar si consideran que sus derechos han sido vulnerados porque, o bien son de una oscura facción de Patria Roja, o bien corderos hipnotizados azuzados por intereses extranjeros, venezolanos o bolivianos de preferencia.


Es cierto, buena parte de la izquierda peruana se quedó en el esténcil y en la prédica antiimperialista. Pero, ¿es eso sinónimo de una potencial y desestabilizadora guerrilla intelectual? Quién no sabe que Hugo Chávez es un dictador o que el Muro cayó hace veinte años o que en la China no se respetan los derechos humanos o que Humala está tan desprestigiado que Bayly le pisa los talones o que el marxismo es inaplicable en la Latinoamérica del siglo XXI.


El gobernar metiendo miedo es un recurso de la política neoliberal (disculpen el cliché). Pero es así. Aquí nadie puede estar descontento porque el Perú ha crecido y eso de sindicalizarse, por ejemplo, son cosas de la izquierda, cojudeces. Exigir un aumento en la RMV de 27 soles o de 50 para la policía es, por decir lo menos, una angurria. Aquí todo se ha solucionado y quien se atreva a criticar el rumbo de la política económica está en contra del Mercado, por lo tanto es un marxista retrógrado o un sicario de la CGTP.


No es posible entender que ya no es la izquierda la que pone la agenda del descontento social sino la misma ciudadanía libre de prédicas y mesianismos.


¿Fue la tragedia de Bagua el resultado de una conspiración de congresistas nacionalistas y ONGs comunistas o lo fue de la presión que ejercieron los poderes económicos para avasallar el derecho de las comunidades nativas sobre sus tierras? ¿Quién dijo que el TLC estaba en peligro? ¿Quién habló de ciudadanos de segunda categoría? ¿Es la izquierda culpable de todo lo malo que ocurre en este país respecto a los conflictos sociales?


¿Será tan estimulante pegarle a una izquierda tetrapléjica como patear a un gato muerto?


Como anécdota puedo recordar que cuando un grupo de amigos, sin ninguna filiación política, salía a protestar, allá por el 98, en plena dictadura fujimorista, era etiquetado por los noticieros de la noche como “la ‘roja’ turbamulta”. El mismo calificativo fue utilizado en el Gobierno de Alejandro Toledo, y ahora en el de Alan García. ¿Lo utilizará mañana el gobierno de Castañeda?


La izquierda es una ballena varada, insolada y ya con poco oxígeno. La derecha es una jauría de hienas muy activa. ¿A quién le vas a dar con palo ahora?


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