De Pinochet a Fujimori

Recordando el caso Cantuta y los cien años de Salvador Allende, rescaté ese artículo que escribí hace más de un año.
La visión es general, los autores se repiten, salvo que esta vez el dictador peruano sí puede pagar su culpa



Víctor Jara, asesinado durante la dictadura chilena...

La autopsia de Pinochet

Pinochet es abierto por los de la autopsia. Y a nadie le sorprende encontrar un casquillo oxidado en vez de corazón, y pólvora anacrónica atorada por las venas. Los de la autopsia lo cierran como pueden, certificando, clínica y profesionalmente, que no tuvo alma.
Pinochet se fue por la puerta más trasera de Latinoamérica. La justicia no lo alcanzó, pero sí lo hizo el desprecio en vida.
El desprecio de todas las voces y manos rotas. El desprecio de las madres fantasmas que aún no saben en que fosa reposan sus hijos incinerados. El desprecio de los familiares y la esposa de un Víctor Jara que ya acribillado fue arrojado cerca de la Carretera Sur para descomponerse como un NN. El desprecio del nieto de Prats que escupió el cristal del féretro del dictador, recordándole que su abuelo, el General Carlos Prats y su esposa, Sofía Cuthbert, fueron volados en su vehículo, en el barrio de Palermo, Argentina, por una bomba colocada por la DINA. El desprecio de todas las víctimas directas e indirectas del Plan Cóndor. El desprecio de sus opositores encarcelados injustamente. El desprecio de todos los estudiantes sanos que después de detenidos no se supo más de ellos. El desprecio del pueblo chileno que sufrió el desabastecimiento por el boicot que Pinochet confabuló en la oscuridad, como necesario pretexto para el Golpe. El desprecio de los atacados en dicho Golpe, ocurrido en septiembre de 1973. El desprecio digno de los luchadores de los Frentes Patrióticos y Democráticos. El desprecio de los periodistas, colegas de José Carrasco, fusilado en un frontón al paso, por el CNI, como represalia amedrentadora. El desprecio de los amigos del general Schneider, asesinado por el plan Alfa. El desprecio de los descendientes de los parlamentarios socialistas chilenos, perseguidos y cazados. El desprecio de los artistas que fueron exiliados. El desprecio de algunos marinos que se sintieron utilizados. El desprecio de todos los fondeados. El desprecio de campesinos y líderes sindicales. El desprecio de las radios bombardeadas y de otros medios. El desprecio de la clase media. El desprecio de los conspiradores arrepentidos. El desprecio de los camioneros utilizados. El desprecio de los banqueros y empresarios utilizados. El desprecio de los pocos carabineros que decidieron apoyar al gobierno constitucional. El desprecio de La Moneda, si esta pudiese despreciar. El desprecio de la gente Latinoamérica con sentido común.
El desprecio de todos y la serena petición de justicia de un Salvador Allende que sin rencores sólo sabe avanzar en la memoria.
A pinochet (con minúscula necesaria) nadie lo absolverá, ni la historia, ni el escudo de la piedad senil.

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