EL ÚNICO MISTERIO DEL CAPITAL, ES EL CAPITAL MISTERIOSO

Por Alan Luna


El único misterio del capital es el capital misterioso. Lo demás son recetas económicas para Disney. Los problemas del capital en los países del Tercer Mundo son muchos, entre ellos, y en un buena cuenta, ¿en qué manos ha caído el capital visible? Hernando De Soto, en su best seller, ya advertía algunos de los problemas básicos de la diferencia de nuestras riquezas. Cabe agregar que el capital, en la Latinoamérica macondiana que vivimos, crece en pequeñas élits que no están dispuestas a dejar que de esto chorree siquiera un poco para abajo. La corrupción es un factor casi siamés con las groseras acumulaciones de dinero. Ni siquiera a una economía sana y “de avanzada” como la de Estados Unidos le interesa que la riqueza de los países de abajo se reparta con justicia, si son básicamente ellos con sus mercados y sus sistemas que no dejan de apretar la soga al cuello de la deuda externa. Esta dependencia no se subsana con buena fe, sino con cambios estructurales de políticas y mercado. La codicia de algunos sectores, lamentablemente, no puede considerarse dentro de una ecuación o teoría. Los copamientos de poder que han secuestrado moralmente parte de los sistemas político-sociales no se verán reflejados en fórmulas o estadísticas, nacionales o internacionales.
Si los países pobres se comprometieran a explotar su capital muerto, ese capital que fantasmea entre títulos de propiedad, ¿Estados Unidos, acaso se comprometería a condonar todas las deudas que ya han sido pagadas por demás con los intereses?
La respuesta se supone perfectamente. Sabemos, quienes vivimos por estas latitudes, que el capital es el motor de todo cambio. Pero, aquí nos tocará a veces presenciar al capital como un banquete de carnaval para clubes privados. Y no como un lazo social, ni de desarrollo. Lo primero que les toca a nuestros países subdesarrollados es reconciliarse con su democracia y con la idea de justicia. Desaparecer las infecciones de la corrupción, y valorar al humano antes que al artefacto. Sólo entonces se está apto para avanzar sin rencores.
Además, cómo poner en juego nuestras propiedades si el medio en que vivimos no nos genera ninguna confianza. Cómo jugar con la carta del capital de las hipotecas, si con una jugada maliciosa o negligente lo podemos perder todo. Cómo convertirnos en voraces empresarios si ocupamos los últimos puestos en Educación y nutrición. Primero lo primero: la realidad. El gran capital es la Educación, ese capital capaz de cambiar los campos, de enderezar las veredas, de aprovechar las fuerzas naturales, de valorar la vida y el equilibrio ecológico. El capital anda vagando por ahí esperando que lo aprovechemos. Aprovecharlo sí, pero desde la razón y la justicia.

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