Difícilmente cambiaran las cosas en el Norte. Ya quedó demostrado en las elecciones pasadas. Y es que a los estadounidenses -a la hora de la verdad- les preocupan más otras cosas (el aborto, los gays, el sexo, etc) que los bombardeos sobre Iraq, la política colonialista y su corrupción, la crisis económica, o la devoración inescrupulosa del ecosistema.
Recordando algunas palabras del escritor E. González Viaña:
"A la cancelación de las licencias de conducir, siguen tremendos castigos contra quienes empleen a los recién llegados. Aparte de ello las incursiones punitivas en los centros de labor y las deportaciones ya producen sus frutos. Centenares de miles de personas están condenadas a trabajar escondidas, explotadas y humilladas en el país de la libertad y las oportunidades. Además, en uno y otro lado, se escuchan historias de niños que al regresar de la escuela no hallaron a sus padres porque la “migra” se los había llevado.
Hace seis años, el entonces presidente de la Reserva Federal, Alan Greespain, señaló la necesidad de fomentar la inmigración y advirtió que la escasez de los trabajadores puede llevar hacia la inflación. No fue escuchado. Este país se parece cada vez menos a aquél que en el pasado dio generoso amparo a los perseguidos del mundo. Comienza a olvidar que a ellos debe en mucho los tiempos de su mayor grandeza.
En la base de la Estatua de la Libertad, un poema de Emma Lazarus ofrece refugio a los cansados, a los desamparados, a los que ansían respirar aires libres. A los inmigrantes hispanos, se les está cerrando ese albergue porque la mayor fuerza de la bestialidad, el racismo, los ha convertido en chivos expiatorios. Son los nuevos judíos de este país."
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