Con esta concepción se articula otra idea importante, quizá el más valioso resultado metafísico de la reflexión de Iberico y que significa un evidente progreso de la evolución filosófica: eso que podríamos llamar el rescate ontológica de la exterioridad…” (A. Salazar Bondy, Historia de las Ideas en el Perú Contemporáneo, p.264).
“Unidad Dividida” de
El devenir vital, sin embargo, no afecta, no contradice el carácter de eternidad y permanencia, considerados atributos consustanciales al absoluto ibericiano. La vida es devenir, pero es también permanencia y eternidad; es eternidad cambiante. “En este sentido –dice Iberico- la eternidad y la permanencia no se confunde ya en la fijeza inmutable de lo inanimado; resida en ésa como influencia musical que difunden los sucesos, las ideas, los hombres, y que, a través de variaciones innumerables, mantienen la continuidad interior de la vida. En el absoluto viviente el pasado subsiste, pero no como un resto arqueológico, sino como una resonancia incluida en el destino imprevisible del todo. Y en general en pasado, en presente y todos los momentos de la existencia son eternos y efímeros; permanentes y fugaces: ninguno se repite porque cada cual trae un mensaje único, pero todos quedan integrando la confidencia interminable del espíritu universal”. (M. Iberico, El nuevo Absoluto. pp. 229 – 230).
Los conceptos de “eternidad” y “permanencia” de que nos habla el filósofo, son muy sui generis, sin embargo, no son los mismos que se tienen de la realidad material física; son de índole vital: se resuelve en los conceptos bergsonianos de “duración” y “temporalidad vital”. Como muy bien sostiene Salazar Bondy, “del nuevo absoluto… hay que negar la inmovilidad pura, el acabamiento estéril del arquetipo, y, por ende, la perennidad y la conservación, pero hay que afirmar, por otra parte, la eternidad y la permanencia vitales” (Ibid. p.249).
La vida es un absoluto dinámico; es una unidad cambiante y múltiple: es una “unidad dividida”.
Creatividad libre de la vida.- Iberico afirma que la fuente vital del mundo – de naturaleza similar a la vida síquica- está en eterna evolución creadora, en devenir perpetuo, en fluencia espontánea libre, la vida es una posibilidad abierta a la realización, a la afirmación, a la expansión. La vida es “espontaneidad creadora”, y es fuerza dinámica ascendente que genera, hace y crea todo, de manera imprevisible. La libertad es connatural a la “corriente vital”, la misma que fluye y se despliega en una ininterrumpida y permanente creatividad. Esta posibilidad creadora y libre de la vida es infinita. “Todo es posible –dice Iberico- todo se crea por el esfuerzo inagotable de la vida, cuya llama alimenta los espíritus libres”.
A la acción creadora de la “fluidez vital” –que algo crea a cada instante en el universo- se suman los “espíritus libres”, hombres que transitan el mundo es pos de trascender. Tal sería el caso del artista, como del poeta, del religioso; sobre todo, del místico.
RELACIÓN DICOTÓMICA: SER – APARECER
La posición adoptada por Mariano Iberico en el establecimiento de la relación entre el ser y el aparecer, entre la cosa en sí y el fenómeno, es básico, y de un valor clave para una mejor comprensión de su meditación filosófica. El Ser es concebido como la realidad fundamental, como lo existente en sí y por sí, como lo más universal; el Aparecer es considerado como la manifestación, la concreción y la realización del ser. Entre ser y aparecer hay un ligamen irrompible. Ser y aparecer conforman una “unidad dividida”. Dice el autor: “la extensión universalísima de la quididad del ser, la imposibilidad del ser, la imposibilidad de cristalizarlo como un objeto real existente entre otros objetos, nos lleva a esta conclusión en que se resumen a nuestro juicio al investigación platónica y, en general, toda investigación sobre la naturaleza del ser: ningún ser es únicamente, todo ser es, y además es de algún modo, de alguna manera. Se constituye y, por decirlo así, se actualiza en alguna forma.” (M.Iberico,
Iberico, al establecer la relación dicotómica ser – aparecer, no cae en una posición metafísica negligente e incapaz de explicar la realidad fenoménica, pues, la metafísica ibericiana responde muy bien a las exigencias señaladas para toda metafísica estricta, formuladas por el filósofo argentino Francisco Romero.
Para dicho pensador, “una metafísica incapaz de dar cuenta del fenómeno, es una metafísica trunca y fracasada, porque, el fenómeno es un fenómeno de la realidad en sí, especial manifestación suya y no un mundo autónomo. “ Romero sostiene, además, que “cuando se descuida proponer un nexo legítimo entre ambos órdenes y más naturalmente cuando la índole de la tesis metafísica impide hallar tal vínculo, queda entreabierta la puerta para que por ella se deslicen demiurgos y otros entes por el estilo, más propios de la imaginación oriental que del parco pensamiento occidental”. (F. Romero, El Hombre y
(SIGUE...)
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