UN POEMA, "VENTANAS y un CARDO", lo escribí en enero del 2007 (Alan Ybrahim Luna)

VENTANAS y un CARDO

La inmensa ballena azul que navega en la mente,
y el reflejo del agua que proviene del lavador,
todo está en equilibrio.
Recuerdo como Sebastián se hundía en el mueble
y Josiane lo rescataba de la hondura de su colcha.
Las garzas huían a la ciudad, a eso de las seis de la tarde,
y todos soñábamos con seguirlas desde la ventana,
o pegarles un tiro con algún instrumento de viento.
Todo como surco del vacío.
Incluso, augustos eran
los aeropuertos de terciopelo,
esos, para aviadores incendiados que apagaban su sed
al aterrizar en las costas de la sierra.
Luego el mediodía de la larga noche
nos dejaba la insatisfacción de los descalzos,
quizá para todo el año.
Y tan pequeña era la pisada de la tarde
sobre el día pleno.
Y nos aprendimos un paso especial
que se baila de pecho en el agua,
como niños.
Alguien, siempre alguien, nos canta con esa dulzura
de madre recién nacida,
y nos abre las puertas de luz en la oscura avenida.
Los que llegan no renuevan pasaporte,
nos dejan sus cosas sin preocuparse
porque no se perderá nada, absolutamente nada.
Y se ponen a jugar con las piedras como algodones.
Recuerdo también como esa gente
se alegraban con la danza landó de los pobres.
Bailaban solos, muy bien acompañados.
Los gatos se lamían las patas debajo de los perros,
que también sabían meditar y darles buena sombra.
Los periódicos sólo eran para limpiar ventanas.
Y las mesas, para hacer palmas de compás de madera.
Todo se pasa de un lado al otro de la sien
para estar presente en los ojos.
Los ingrávidos pañuelos en la pileta, y
en la loseta, un cardo creciente bajo la aurora.

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