Te dormiste de tanto fingir que leías
Por Ybrahim Luna

Te despiertas a las nueve de la mañana, como siempre. Es un día igualito a los demás. Escuchas una ranchera y quieres huir. Te sientes como sombra debajo de una piedra. Estás acalambrado y pálido. Suena el timbre. No tiene importancia. Tú no tienes timbre. Garúa. El cielo de la sierra es azul de verdad. Se humedecerá tu ropa. La CNN desapareció de la tele. Tu vecina llora por el café derramado. Tienes que trabajar, y no tienes suficiente corazón para ello.
Prefieres que el agua fría del caño te adormezca la nuca por diez minutos. El desayuno está demasiado dulce como para tomarlo en serio. Garúa, y no despiertas del todo. El pan está frío. Miras al gato como se lame y se va. Miras que se está nublando el jardín de tu cara. Entras a youtube y te encuentras con esta hermosa versión de “Cucurrucucu Paloma” por Caetano Veloso, y te das cuenta que no eres el único en el mundo, en ese intante, que padece de una extraña nostalgia.

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