Martín Vera Paredes, en persona (Cajamarca)

Por Alan Luna

Un ligero enigma, a primera vista previsible, se esconde tras las estrellas del folklor. No importa que sea tan sencillo como la letra de algunas de las canciones del género, o intrincado como saber el teje y maneje de esta industria, es siempre un enigma que las distancia y a la vez las vuelve fascinantes. Las estrellas de la música popular son –para revelación de miles de fans- gente como cualquiera. Gente sencilla que trabaja duro y que busca mantenerse y pasarla bien.

Martín Vera Paredes, de 34 años, bautizado en sus inicios como “el consentido de San Marcos” es un excelente violinista, lo curioso es que –y como la mayoría de sus colegas- no sabe leer partitura, y quizá eso sea lo más sorprendente. Martín, que nació en la localidad Huagal – José Sabogal (San Marcos) ya poseía de niño el talento de dominar varios instrumentos musicales, todos los que cayesen en sus manos: guitarra, antara, bombo, etc. Lo que provendría de una aprehensión personal, ya que en la familia nadie se dedicó a la música. Martín era infaltable en cada presentación escolar, salvo en la temporada en que se mudó a la costa, las costumbres diferentes reprimieron por un tiempo su expresión innata.

Martín Vera está cansado por el viaje, pero ha tenido la amabilidad de atendernos. La conversión se interrumpe a intervalos por el celular moderno que lleva consigo, y que de hecho anuncia nuevos contratos: hay uno para Lima y otro para Matara por estos días. Nos cuenta ciertos episodios tristes de su vida, como la muerte de su padre, y lo duro que es crecer y hacerse prácticamente solo. Martín ha hecho de todo, taxi, mototaxi, ha manejado combi haciendo la ruta San Marcos - Chiclayo. No tuvo la oportunidad de terminar la secundaria porque se comprometió a los quince años. Lo del amor es un capítulo reservado para su intimidad. Pero nos cuenta que está felizmente casado y que tiene cuatro hijos.

En su natal Huagal, ya de joven, formó su propia banda, un marco musical que acompañaba a varios artistas, que animaba las fiestas patronales y que arrasaba con los premios de cada concurso que se organizara en la localidad, los premios variaban de acuerdo a la ocasión, a veces cuyes, a veces un carnero, un plato de comida, palanas, etc. Pero fue una ocasión en especial que cambió el rumbo de las cosas. Fue en Otuzco, en una de sus participación -como siempre, llenando el espacio de los artistas que faltaban- que se le acercó Javier Quispe de “Sonolíder” y le propuso grabar su primera producción (la que se daría finalmente junto al Dúo Amanecer de San Marcos), así Martín fue el segundo artista en grabar para dicha disquera. Desde entonces la historia ha sido fructífera, en todo sentido. Ya ha grabado más de tres discos y dos DVDs y ahora viaja en avión a algunos de los destinos que lo requieren, previo contrato claro, y sobre todo desde que pegó “bien” su éxito “La Chicha en cacho”. Lo que se inició realmente como un hobby se convirtió en una profesión. Obvio que al inicio las radios y los empresarios pagaban sencillos básicamente, las emisoras no apoyaban, salvo a través de más “sencillos” –este negocio tiene sus reglas-, y el mismo artista tenía que vender sus CDs durante las presentaciones, ganándole tiempo a la piratería. Al inicio llegó a vender hasta cien CDs (a 10 soles cada uno) por concierto. Ya que una vez salida la producción no demora nada para que los piratas hagan su “trabajo”, y así se puedan conseguir los discos de Martín, por ejemplo en Polvos Azules en Lima. Un disco original del artista puede costar 5 soles (del proveedor), y uno pirata: 1.50 soles. Sin embargo esa piratería es a veces la mejor difusora y manager de los mismos artistas, los que no la ven con tan malos ojos.

A Martín, la música le ha hecho recorrer todo Cajamarca y buena parte del país, llegando hasta Huancavelica, Chiclayo, Trujillo, Lima. Haciéndole vivir varias anécdotas como el hecho de tener que superar un huayco o que se le revienten dos llantas a la vez rumbo a una presentación. Cosas del oficio.

Martín escribe parte de sus letras y también recibe colaboración, como las del letrista sanmarquino Víctor Cotrina Alva, con quien ya trabaja varios años. La temática de las canciones que interpreta Martín varía –incluso tiene uno que otro tema melancólico-, pero básicamente es el tono picaresco del campesino cajamarquino el que predomina.

Martín dice que no ha cambiado para nada a pesar de la fama, a pesar de tener amigos empresarios que lo invitan a fiestas privadas, a pesar de la cantidad de fans que lo escuchan y siguen a dónde vaya, a pesar de que lo ponen como plato de fondo a eso de las tres de la mañana en importantes locales de Lima como el Huaralino o el Club de Tiro, etc., a pesar de las miles de visitas que tienen sus videos en Internet.

Martín Vera Paredes tiene carisma para responder a todas las preguntas que le hacemos, pero está agotado por un viaje que ha hecho antes de contactarnos, y lo dejamos descansar.

“Dónde estarán esos tiempos / que nos daban chicha en cacho, / de una cachada azonzado / de dos cachadas borracho”. (Chica en cacho) (M.V.P)

Foto primera: cortesía Archivo Sonolider