Visite el barrio El Estanco en Cajamarca

Aparecido en la revista cajamarquina Nuestra Gente - Febrero del 2009



por
Alan Luna


Conozca el porqué de su denominación y cómo viven sus

pobladores las proximidades del Carnaval cajamarquino...


Abajo, en el plano de la ciudad, pocas personas dan con la ubicación exacta del barrio “El Estanco”. Preguntar, entonces, es un sondeo necesario. Y uno empieza -una vez surgida la idea- por su realidad inmediata, por ejemplo, un cobrador de combi, pero la respuesta es negativa. No sé, joven. Y bueno, cuando alguien que domina las líneas y rutas de Cajamarca no conoce un lugar te empiezas a preocupar. Un taxista amable te responde algo similar, y también una señora que vende jugos, y un guardián, y un ambulante, y un tendero, y un amigo por el Messenger. Todos, igual: no sé.


¿Puede ser tan ajeno un lugar? Parece que sí. Y solo queda caminar deduciendo señales y preguntando constantemente, hasta dar con una indicación más o menos segura, “joven, eso está detrás de San Ramón”. Y uno obedece con optimismo, pero cuando llega al lugar y nadie sabe nada es imposible no sentirse doblemente cansado. Claro, nada se pierde con seguir preguntando, es básicamente laidea. Y entonces una amable señora de gorra, montada en un carrito de helados, nos da una pista -al parecer más segura-, “eso queda por Santa Apolonia, más arriba”. Suficiente para iniciar el regreso desde el otro polo justo cuando ya creíamos estar cerca.


Subir la ciudad le quita a uno el oxígeno, sobre todo si no tienes la costumbre de forzar los muslos y pantorrillas por el cemento inclinado. En Santa Apolonia, la gente cruza tranquila, pero no es el lugar, es solo una referencia. ¿Y El Estanco, señora? “Más arriba todavía, subiendo y a la izquierda, más arriba de la Avenida Perú”. Gracias, otra vez.


El paisaje ha variado bajo el mediodía que amenaza con llover. Luego, se abre perfecta a la vista una ladera sembrada de casas bien ancladas. Es el barrio El Estanco.


Las calles asfaltadas lindan con caminos de tierra, los pasajes estrechos con entradas amplias, las casas chatas -de barro y teja- con construcciones de material noble. No hay cartel de bienvenida al Estanco, es lógico, tampoco en los demás barrios.


Deseamos contactar con algún poblador que esté relacionado con la organización vecinal del Carnaval. Un grupo de adolescentes que escucha música en la vereda nos indica el nombre de alguien y la ubicación de su casa, luego suben el volumen de su pequeño reproductor de audio. Las calles que pisamos se separan en alturas diferentes, haciendo necesaria la conexión por gradas. Subir y bajar vuelve a tensionar los muslos y pantorrillas. La persona que nos señalaron no se encuentra, está de viaje. Buscamos a otros dirigentes.


El primer vecino con quien conversamos nos brinda información puntual sobre el barrio. Se percibe la seguridad en sus palabras. Dice que lo de “barrio peligroso” es solo un estigma de la gente que no conoce, de la gente de abajo, dice que las cosas no avanzan como deben pero que la gente es optimista aunque a veces haya bajones, precisa que siempre se necesitan obras.


A propósito, nos cuenta que la denominación “El Estanco” no ha sido siempre la misma. Antes se conocía como “El Estanque Grande”, por un pozo que existía en las cercanías. Nos explica, también, que este barrio es tan antiguo como cualquier otro. “Yo llevo viviendo aquí como treinta años”.


La señora Socorro y Don Segundo tienen una tienda. Son gente dispuesta. Nos confirman que el barrio es tranquilo y que si algún problema ha existido es por gente de otra zona. La señora Socorro fue vocal del comité del Carnaval en el barrio, y ha sido testigo presencial de cómo se resuelven -o intentan resolver- los gastos que significa la preparación para el evento festivo. No recuerda exactamente las cifras, pero deben ser –dice- unos mil soles los que el Patronato les asigna como partida. ¿Alcanzará?


El vestido de la reina bordea los trescientos sesenta soles, y si se toma en cuenta que utiliza tres como mínimo, y aumentándole a ello el precio de los zapatos, adornos, bandas y otros accesorios, la cosa se pone ajustada. Entonces se recurre a actividades, generalmente polladas, las que suelen dar ganancias de entre cuatrocientos a quinientos soles, claro, siempre y cuando la vecindad colabore. Existe en el aire una sensación de incertidumbre respecto a la participación para este año, y se entiende, tomando en cuenta que el año pasado no se presentaron debido a asuntos internos en el Comité.


Una calle aledaña se pone lodosa con el inicio de la lluvia. Allí encontramos a la señora Mari. Ella fue vicepresidenta del Comité Organizador, pero su condición de gestante la ha alejado temporalmente del cargo. Nos da otra explicación sencilla de cómo surgió el nombre del barrio, “porque se estancaba el agua, por eso es El Estanco”. Se ve entusiasta, a pesar de que el barrio puede ser sancionado con tres años de no apoyo económico por su ausencia en los Carnavales pasados.


Recuerda el nombre de algunas comparsas que presentaron anteriormente: “Las Fashion del Estanco” en mujeres, y “Los Oráculos” en hombres, los que tuvieron que trasladarse a pie hasta el mismo lugar de la concentración para el Corso. Recuerda también que un año su reina quedó en tercer lugar y que esto fue injusto porque pudo llegar a más, hasta el primer lugar, cree. Respecto a si este año sale el barrio aún está en veremos. Las partidas económicas para los barrios pequeños deberían ser mayores, precisamente, para incentivar el Carnaval. “Todo es gasto, desde chinches, agujas, cinta. Todo, incluso algunos vestidos son muy caros y solo se alquilan,…lo bueno es que la empresa privada ha apoyado también”. Mientras conversamos, nos muestra algunos trajes de campañas pasadas, son simples, casi transparentes, de bordados superficiales y colores fosforescentes. Los niños que juegan cerca la ayudan a desplegar unas banderolas mejor diseñadas con el nombre del barrio.


Así es “El Estanco”. Un barrio con mirador natural, un balcón poblado -comodiría su lema-, una pendiente de gradas y personas que se esfuerzan por llegar arriba, por salir adelante.


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